Sembrando en verano para cosechar en invierno.

REDES

La Fundación Salvadoreña para la Reconstrucción y el Desarrollo (REDES), Asociación Intercomunal de Comunidades Unidas para el Desarrollo Económico y Social del Bajo Lempa (ACUDESBAL) y la Cooperación para el Desarrollo de los Países Emergentes (COSPE) han establecido una relación de cooperación en la cual se se pretende ofrecer una alternativa para garantizar la seguridad alimentaria de las comunidades vulnerables del Bajo Lempa.

El proceso comprende la instalación de 3 Escuelas de Campo (ECA), integradas cada una por veinte personas, es decir que habrá sesenta personas aprendiendo y reproduciendo el aprendizaje en torno a nuevas formas de cultivo mediante un sistema de irrigación por aspersión que garantizará que las siembras no sufran de estrés hídrico por ausencia de lluvia.

Cada ECA tendrá una manzana de tierra para desarrollar el proceso de cultivo de maíz, malanga y otros tubérculos y bulbos que aportarán a la diversificación de la producción y a solventar el derecho humano a la alimentación sana. Este proceso también incluye la producción de semillas nativas, evitándose el uso de semillas transgénicas dañinas a la salud.

En el proceso también tendrá participación la juventud. Se conformarán grupos de jóvenes que aprenderán a producir y comercializar abono orgánico, con el fin de aportar una herramienta para el emprendimiento, a la vez que se cubrirá la necesidad de fortificar orgánicamente los cultivos que estarán en desarrollo.

El Salvador ocupa el primer lugar del índice de riesgo climático, según el informe del equipo de Coordinación y Evaluación de Desastres de Naciones Unidas (UNDAC), por ser el país más vulnerable del mundo, en cuanto a desastres naturales, en alrededor del 90% de su territorio.

Con cada fenómeno climático es el sector agropecuario el que resulta más golpeado entre todos los sectores productivos del país. En la Estrategia Ambiental de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático del Sector Agropecuario, Forestal y Acuícola del Ministerio de Agricultura y Recursos Naturales (MARN), se detalla que para la Tormenta Tropical Mitch (1998) los daños y pérdidas totales fueron de $388.1 millones, de esta cifra el 40.8% del total correspondieron al sector agropecuario; la sequía de 2001 reportó daños y pérdidas por $31.4 millones y el 81% de ese valor se registró en el sector agropecuario; Stan (2005) representó $355.6 millones en daños y pérdidas, de los cuales $48.7 millones (13.7% del total) incumbieron al agropecuario. Otros fenómenos climáticos que han impactado al país son: Agatha y Mathew (2010) y la Depresión Tropical 12-E (DT 12-E) en 2011. De éstos, el más destructor hasta el momento ha sido la DT 12E cuyos daños y pérdidas totales para el sector agropecuario se estimaron en $306.2 millones.

De acuerdo con datos del MARN, la DT 12-E ocasionó pérdidas en granos básicos, especialmente en frijol y maíz, reportándose una afectación de la disponibilidad de la producción del orden de 34.9% y 15.4%, respectivamente. También se registraron pérdidas en otros rubros como hortalizas $12.8 millones, frutales $7.9 millones, pecuarios $3.6 millones, pesca $1.8 millones y acuicultura $1.1 millones, entre otros.

Durante la 12E los departamentos más afectados fueron: Ahuachapán, Sonsonate, La Libertad, La Paz, San Vicente, Usulután y San Miguel. Según las estimaciones de ACUDESBAL, el impacto de la DT 12-E en este territorio se tradujo en pérdidas de 2,703 manzanas cultivadas de maíz, 280 manzanas de sorgo, 100 manzanas de hortalizas,153 manzanas de plátano, entre aves de corral, ganado bovino y porcino.

Las medidas de mitigación para los desastres climáticos son necesarias, pero también es necesario implementar medidas de adaptación al cambio climático; de esta forma se posibilita la reducción de los impactos sociales y económicos que se traducen en golpes fuertes, en particular para los sectores más vulnerables, y en general para el país.